Me llamo Oihana Picaza. Soy terapeuta de Shiatsu, amante del movimiento y arquitecta de formación.

Desde 2014, me dedico plenamente al Shiatsu. Acompaño a personas como tú en el camino hacia una salud más consciente, equilibrada y profunda. Mi manera de trabajar une técnica y sensibilidad. Cada sesión es una invitación a soltar, sentir y reconectar contigo misma/o a través del cuerpo.

Mi camino empezó en la arquitectura. Allí descubrí cómo la luz, el espacio y la forma afectan a nuestra percepción sensorial. Fue en ese contexto donde apareció una idea clave para mí: existimos en relación constante con lo que nos rodea.

Más tarde, la danza -especialmente el Contact Improvisación- me ayudó a profundizar en la escucha desde el cuerpo, en el lenguaje silencioso del tacto y el movimiento compartido. Ese fue el puente hacia el Shiatsu, donde encontré una forma concreta, respetuosa y poderosa de acompañar a otras personas a través del cuerpo.

Me formé como terapeuta corporal en la Escuela Europea de Shiatsu. Allí me adentré en la Medicina Tradicional China de la mano de Marina de Franceschi, una maestra que sigue siendo para mí fuente de inspiración y de aprendizaje continuo.

Acompañar a través del Shiatsu es, para mí, una forma de estar presente. De conectar contigo sin juicios, desde la escucha y el respeto. De facilitar que tu cuerpo recupere su ritmo natural, su equilibrio, su calma.

Tocar y ser tocadas/os nos recuerda lo esencial. Nos alinea con lo que sentimos. Nos ancla en el presente. Y nos ayuda a volver a casa: a nuestro propio cuerpo.

En cada sesión pasamos juntas/os por un proceso de cuatro momentos clave: conversación, cuerpo, ecos e integración. Te acompaño en cada uno, con atención plena.

Así es una sesión de Shiatsu conmigo.

Me llamo Oihana Picaza. Soy terapeuta de Shiatsu, amante del movimiento y arquitecta de formación.

Desde 2014, me dedico plenamente al Shiatsu. Acompaño a personas como tú en el camino hacia una salud más consciente, equilibrada y profunda. Mi manera de trabajar une técnica y sensibilidad. Cada sesión es una invitación a soltar, sentir y reconectar contigo misma/o a través del cuerpo.

Mi camino empezó en la arquitectura. Allí descubrí cómo la luz, el espacio y la forma afectan a nuestra percepción sensorial. Fue en ese contexto donde apareció una idea clave para mí: existimos en relación constante con lo que nos rodea.

Más tarde, la danza -especialmente el Contact Improvisación- me ayudó a profundizar en la escucha desde el cuerpo, en el lenguaje silencioso del tacto y el movimiento compartido. Ese fue el puente hacia el Shiatsu, donde encontré una forma concreta, respetuosa y poderosa de acompañar a otras personas a través del cuerpo.

Me formé como terapeuta corporal en la Escuela Europea de Shiatsu. Allí me adentré en la Medicina Tradicional China de la mano de Marina de Franceschi, una maestra que sigue siendo para mí fuente de inspiración y de aprendizaje continuo.

Acompañar a través del Shiatsu es, para mí, una forma de estar presente. De conectar contigo sin juicios, desde la escucha y el respeto. De facilitar que tu cuerpo recupere su ritmo natural, su equilibrio, su calma.

Tocar y ser tocadas/os nos recuerda lo esencial. Nos alinea con lo que sentimos. Nos ancla en el presente. Y nos ayuda a volver a casa: a nuestro propio cuerpo.

En cada sesión pasamos juntas/os por un proceso de cuatro momentos clave: conversación, cuerpo, ecos e integración. Te acompaño en cada uno, con atención plena.

Así es una sesión de Shiatsu